Rumbo a Estambul, el portal de Asia.

Colocamos la tienda junto a la iglesia de un pueblo a pocos kilómetros de la frontera turca. A la mañana siguiente, mientras desayunamos un hombre se acerca - Sera el refunfuñón, el curioso... pues no.- De la bolsa que lleva en la mano saca pan, queso y unos tomates. Y con una enorme sonrisa nos dedica el último Kalimera. - ¿La hospitalidad musulmana va cruzando fronteras?-
Más contentos que unas castañuelas recogemos nuestros bártulos y nos acercamos a la muga. Diez euros, visa para tres meses y bienvenidos a Turquía.
Descartamos la linea recta que lleva hasta Estambul, pues por esta carretera confluyen todos los vehículos provenientes de Europa. En su lugar daremos un rodeo, bordeando el Mar de Marmara.
Lo primero que nos llama la atención es la enorme presencia militar en la zona. Día y noche, el estruendo de los cazas surcando el cielo.
En Gelibolú conocemos a Aitan y Eser. Madre e hija viven a caballo entre Amsterdan, Estambul y este tranquilo lugar. Ambas poseen gran cultura y una buena educación (Eser habla a la perfección ocho idiomas). Ellas nos ponen al día sobre la historia y costumbres del país.
Un transbordador nos cruza el estrecho de Dardanelos y pedaleamos ahora por la costa sur del Mar de Marmara. Numerosos cargueros circulan por la zona, pues es el único paso entre el Mar Negro y el Mediterráneo.
Lejos de la imagen preconcebida que teníamos del paisaje de Turquía, nos sorprende el intenso verde de los arrozales, los bosques de pinos, encinas y robles o las enormes plantaciones de girasol.
En ocasiones, abandonamos el asfalto y buscamos "atajos" por caminos de tierra, pero éstos acaban duplicando el kilometraje. A su favor, disfrutamos de una compañía de lo más variada: un zorro, culebras, galápagos, cigüeñuelas, carpinteros y algún tipo de ibis.
En Bandirma tomamos un ferry para cruzar de nuevo el Mar de Marmara y desembarcamos en Estambul el día y a la hora que en Pamplona se escucha el cohete de inicio de los San Fermines.

1 comentario:

gotzone dijo...

Aupa grandes saludos desde kanpezu de Aitor Go Aimar y la Uxu. Estos pobres que solo viajan de forma virtual gracias a vosotros y otros liberados de las tareas propias de la ganaderia de niños Musus valientes